Nació en Sevilla y vivió luego
en Madrid, donde estudió. En 1893 publicó sus primeros escritos en prosa, mientras que sus primeros
poemas aparecieron en 1901. Viajó a París en 1899, ciudad que volvió a visitar en 1902, año en el que
conoció a Rubén Darío, del que será gran amigo durante toda su vida. En Madrid, por esas mismas
fechas conoció a Unamuno, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez y otros destacados escritores con los
que mantuvo una estrecha amistad. Fue catedrático de Francés, y se casó con Leonor Izquierdo,
que morirá en 1912. En 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española de la lengua.
Durante los años veinte y treinta escribió teatro en compañía de su hermano, también poeta, Manuel,
estrenando varias obras entre las que destacan La Lola se va a los puertos, de 1929, y La duquesa
de Benamejí, de 1931. Cuando estalló la Guerra Civil española estaba en Madrid. Posteriormente
se trasladó a Valencia, y Barcelona, y en enero de 1939 se exilió al pueblo francés de Colliure,
donde murió en febrero.
en Madrid, donde estudió. En 1893 publicó sus primeros escritos en prosa, mientras que sus primeros
poemas aparecieron en 1901. Viajó a París en 1899, ciudad que volvió a visitar en 1902, año en el que
conoció a Rubén Darío, del que será gran amigo durante toda su vida. En Madrid, por esas mismas
fechas conoció a Unamuno, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez y otros destacados escritores con los
que mantuvo una estrecha amistad. Fue catedrático de Francés, y se casó con Leonor Izquierdo,
que morirá en 1912. En 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española de la lengua.
Durante los años veinte y treinta escribió teatro en compañía de su hermano, también poeta, Manuel,
estrenando varias obras entre las que destacan La Lola se va a los puertos, de 1929, y La duquesa
de Benamejí, de 1931. Cuando estalló la Guerra Civil española estaba en Madrid. Posteriormente
se trasladó a Valencia, y Barcelona, y en enero de 1939 se exilió al pueblo francés de Colliure,
donde murió en febrero.
Estos son algunos de sus poemas:
YO ESCUCHO LOS CANTOS
Yo escucho los cantos
de viejas cadencias,
que los niños cantan
cuando en corro juegan,
y vierten en coro
sus almas que sueñan,
cual vierten sus aguas
las fuentes de piedra:
con monotonías
de risas eternas,
que no son alegres;
con lágrimas viejas,
que no son amargas,
y dicen tristezas,
tristezas de amores
de antiguas leyendas.
En los labios niños,
las canciones llevan
confusa la historia
y clara la pena;
como clara el agua
lleva su conseja
de viejos amores,
que nunca se cuentan.
Jugando, a la sombra
de una plaza vieja,
los niños cantaban...
La fuente de piedra
vertía su eterno
cristal de leyenda.
Cantaban los niños
canciones ingenuas
de un algo que pasa
y que nunca llega:
la historia confusa
y clara la pena.
Seguía su cuento
la fuente serena.
Borrada la historia,
contaba la pena.
Amada, el aura dice
tu pura veste blanca...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
El aura me ha traído
tu nombre en la mañana;
el eco de tus pasos
repite la montaña...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
En las sombrías torres
repican las campanas...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
Los golpes del martillo
dicen la negra caja;
y el sitio de la fosa,
los golpes de la azada...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
¡Espero que os halla gustado esta entrada...!